lunes, 27 de abril de 2009

KETTY BAUTISTA - SOBRE EL 11A-02


Hoy se mantiene en vigencia el contenido de éste artículo. Pervive la interrogante ¿será derrocado este gobierno? Mucho se ha especulado al respecto, se dan fechas, se plantean acontecimientos que precipitarían la caída, como los recurrentes comicios electorales en cuyo preámbulo se han vaticinado aires de triunfo opositor que debilitarían la estabilidad del gobierno y propiciarían la salida del presidente. Pero estas han resultado esperanzas fugaces que se desvanecen en el céfiro maquiavélico del CNE, organismo convertido en el brazo ejecutor que ha atornillado al gobierno a través del engaño continuo de cifras amañadas o alteradas que la oposición no ha podido desvirtuar, supeditándose a tímidas protestas que no trascienden y algunas terminan acalladas en oscuros acuerdos, o validadas en el continuo peregrinar de la población opositora en los centros de votación con lo que se refrenda la trampa de un proceso que se pretende democrático.

Ayer, la embestida de la oposición contra el gobierno se enfiló desde la nómina mayor de PDVSA junto a Fedecámaras, la CTV, la Coordinadora Democrática, algunos medios de comunicación social que contaron con un apoyo significativo de la sociedad civil, para auspiciar la paralización del país y desestabilizar temporalmente el gobierno, que en uso del poder de sus huestes armadas, los círculos bolivarianos, sirvió como grupo de choque con la que la revolución hizo frente para controlar la embestida opositora.

Siete años después, se mantiene la hegemonía del líder de la revolución que arrebujado en el manejo del gobierno cubano ha blindado la acción de la revolución venezolana, la cual ha trascendido las fronteras nacionales en el marco de un protagonismo propiciado por los exorbitantes ingresos provenientes de la venta del petróleo que se han dilapidado en una serie de convenios y/o acuerdos con gobiernos extranjeros en aras de obtener un compromiso y reconocimiento a la revolución y poco favorecen al país. 

En lo interno, el excedente recursos económicos que ha tenido el gobierno, han hecho posible la implantación de políticas sociales paralelas orientadas a “beneficiar” a un amplio sector de la población, que, sin embargo no han resuelto los problemas más ingentes de vivienda, salud, alimentación y educación. Hoy se hacen continuos los reclamos, manifestaciones públicas de los mismos seguidores del gobierno por el incumplimiento de las promesas hechas por los personeros de gobierno en atender sus requerimientos de mejores condiciones de vida. Pero se mantienen las dádivas, limosnas y compras de conciencia con las que se pretende aminorar las protestas. Es preciso preguntarse ¿por cuánto tiempo se puede contener la euforia de la población?, ¿hasta cuándo la petro chequera seguirá siendo la bisagra abre puertas en el exterior? 

La oposición hoy más que nunca luce disminuida, frágil, amenazada, acéfala de liderazgo, sin proyecto de país que represente una alternativa válida para la población, ante un gobierno que cada día consolida la violencia como medio de dominación y sometimiento, que tiene confiscado los poderes públicos, y los usa como el medio más efectivo para controlar a los adversarios del proceso revolucionario. Se percibe el descontento en importantes sectores de la población ante los acontecimientos recientes de injusticia de la justicia, de la inseguridad que campea en los espacios públicos, pero se expresan en murmullos asolapados por el temor, voces que retumban en espacios desolados que en otro momento hubiesen generado la reacción de la sociedad civil, otrora protagonista de pronunciamientos masivos. Pero hoy nada pasa, estamos en presencia de una sociedad víctima de la aceptación, del miedo, del amedrentamiento. El escenario está dispuesto porque en un circo como el nuestro todo espectáculo es posible.

¡Me rebelo luego existo!


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